CAMF Pozoblanco - verano 2024

Testimonios jóvenes


Del 3 al 13 de julio varios jóvenes concepcionistas de nuestros colegios de España tuvieron la oportunidad de pasar unos días, como voluntarios, en el CAMF de Pozoblanco. Fueron días llenos de experiencias, que algunos de ellos han querido compartirnos. ¡Os dejamos con sus testimonios!

Vídeo entrevista radio Pozoblanco:


Paz Guzmán (Princesa)


Para mí fue una experiencia totalmente enriquecedora, que volvería a repetir una y mil veces sin pensarlo.

Creo que todos llegamos a Pozoblanco sin ninguna expectativa, sin conocernos mucho todos, solo con unas ganas de ayudar tan grandes que fue lo que nos unió a todos; fuimos una familia desde el minuto uno, lo cual nos ayudó un montón a poder dar lo mejor de cada uno a cada residente y a ver que no solo íbamos a ayudar, íbamos a acompañar, a escuchar, a llorar, a reír y sobre todo a disfrutar con ellos, con los residentes. De ellos nos llevamos muchísimas cosas, lecciones de vida que seguro que marcarán un antes y un después en nosotros; formas de afrontar lo que se venga en el camino tal y como ellos nos contaron que lo hicieron; la esperanza ciega puesta en Dios aun estando como estaban… todo esto sin duda alguna era digno del Señor, fueron unos de los días de mi vida en el que más le vi, en los ojos, los gestos, las sonrisas… en cada detalle estaba, fue la muestra de amor más grande que he vivido nunca, un amor que valía con lo más simple, un amor humilde pero que llenaba corazones.

De verdad que a mí no me salía nada más que darle las “gracias”, no me salía ni preguntarle ¿por qué a ellos sí y a mí no?, ¿por qué algunos sentían lo que sentían?, ¿cómo otros tenían todavía esa fuerza después de todo? o cosas así, solo me salía GRACIAS.

De verdad que gracias a todos los que han hecho capaz esta experiencia, me ha cambiado la vida y la forma de verla. Todos y cada uno de los residentes ocuparán un lugar en mi corazón, como tantas veces cantamos “cada lágrima, cada risa, en mi memoria se han grabado” y ahí seguirán porque fueron unos días tan intensos que nunca se me van a poder olvidaran. Todos mis compañeros, contando con las coordinadoras, que fueron parte también de la fortaleza que formamos, la perfecta para ser capaces de afrontar todos estos días, porque si alguno aflojaba tenía a los otros 20 apoyándole a tope para ser capaces de seguir adelante dándolo todo.

A mí me preguntan que si me ha merecido la pena pasar 10 días de mi verano en pleno calor, sin poder dormir todo lo que me gustaría, teniendo que subir y bajar todos los días del camf al cole y del cole al camf, y sin ninguna duda les diría que sí, que me ha merecido la pena, tanto, que volvería cuando me lo pidieran. Todo lo vivido en esos 10 días no los cambio por nada.

Alfonso Zorrilla (Princesa)


Me presento, soy Alfonso Zorrilla de Ugarte y os voy a contar un poco mi experiencia en el campo de trabajo de las madres concepcionistas en el CAMF de Pozoblanco, Córdoba.

Primero de todo agradecer a Madre Ana Rosa por ofrecerme y contar conmigo para esta experiencia, a mis padres por impulsarme a hacerla y al grupazo que hicimos de voluntarios y que logramos convertir en una familia en simplemente 10 días.

Acerca de la experiencia, qué decir, ha sido y siempre será una de las mejores experiencias de mi vida la cual recordaré siempre por llevar a Dios a mi lado, el cual fue una ayuda y apoyo muy grande en momentos tensos de por ejemplo: prejuicios, cansancio, desesperación, de “joe” no entiendo a tal persona o “joe” este residente no me habla, en esos momentos Dios nos ha acompañado mucho y le hemos podido contar nuestras movidas cuando íbamos todos juntos a la capilla a cantar alguna canción de Hakuna para relajarnos y soltarlo todo.

En cuanto al voluntariado en sí, a las actividades realizadas en el CAMF, (centro de ayuda a minusválidos físicos), no os voy a negar que al principio no fueran duras, porque lo fueron, pero en el momento que te lanzas y estás dispuesto a entregarte y a ponerte en total disposición de los residentes, es una entrega tan grande de amor, es una reciprocidad, la cual, aunque no lo parezca, se recibe más de lo que das y eso es lo más bonito y con lo que yo me quedo.

Ya para terminar, aunque me faltan un millón de cosas por contar, os quería hablar de los residentes, los cuales son personas como tú y como yo, pero con tanto que dar que en cuanto ven que los escuchas porque eso es lo que quieren, ser escuchados, te dan el mejor regalo que puedas recibir, su vida, la confianza de contarte su vida, su historia y su condición es lo mejor que te pueden dar y puedes recibir.

Como "Un Segundo" de Hakuna, ellos revientan de amor hacia ti y tú quedas temblando de gozo.

Muchísimas gracias a todos por todo.

Inés Oliva (Princesa)


El campo de trabajo fue una experiencia que cambió mi forma de vivir. Durante 10 días tuve la suerte de compartir mi vida con personas maravillosas que me proporcionaron una perspectiva diferente a la que tenemos generalmente los jóvenes hoy en día. La mayoría llegamos con el deseo de ayudar y nos vimos sorprendidos al darnos cuenta de que nuestra ayuda se nos devolvía triplicada, con pequeños gestos como: miradas, sonrisas o palabras de cariño que eran capaces de transmitir una paz que hacía que todo el esfuerzo que estábamos poniendo mereciese la pena. Por supuesto, nos enfrentábamos a situaciones difíciles a las cuales no estábamos acostumbrados, pero teníamos la suerte de poder apoyarnos en nuestros compañeros y en la oración que nos llenaba de fortaleza para continuar. Nos llevamos lecciones de vida muy importantes que nos acompañarán siempre, como que la vida es un regalo del cual no podemos desperdiciar ni un minuto o algo que parece tan sencillo como la importancia de valorar las cosas que nos rodean. Tras esta experiencia las palabras de Santa Teresa de Calcuta “el que no sirve para servir no sirve para vivir” resuenan dentro de mí.

Henar (princesa)


En cuanto a este voluntariado ha sido increíble, han sido unos días maravillosos a los que volvería sin ninguna duda. He estado pensando qué poner para describir lo que ha sido para mí esta experiencia y creo que por muchas vueltas que le dé las palabras ni se acercan a describir lo que ha sido para mí ir a ese voluntariado. Es una de esas experiencias que para saber qué se siente y cómo es tienes que vivirla tú mismo, no vale con que alguien venga y te cuente lo que ha sentido o cómo lo ha vivido. No, tienes que ir por ti mismo. Cada risa y cada lágrima derramada en esos días tienen una historia muy bonita detrás, y todas ellas han merecido la pena, ya sea por un tema alegre o triste, son igual de importantes. Es una experiencia que te cambia, sobre todo en la manera de afrontar las cosas que vienen, ver esa fuerza que tienen todos de despertarse cada día y recibirnos con esa sonrisa en la cara, solo eso ya es suficiente para hacerte sentir algo especial, pero no solo sus sonrisas, por lo que hayamos o no hayamos hecho, también las nuestras. Siento de verdad que este testimonio no es ni la mitad de lo que yo he sentido pero es que creo que todavía no se han inventado las palabras para describir ese amor infinito que sentí cuando estaba allí, esa presencia de Jesús en muchos de ellos y de nosotros también. Es algo que de verdad me ha marcado y que repetiría más veces.

Claudia Monroy (Princesa)


Al principio, no sabía si tenía algo valioso que ofrecer, si realmente valía para vivir esta experiencia. Dudé y me cuestioné a mí misma, pero me alegra que al final me animara a apuntarme. Conocer a nuevas personas era una parte que me hacía especial ilusión. Nuestras monitoras comentaban cómo, al inicio de la experiencia, tenían cierto “miedo” a que se formaran grupos entre todos los voluntarios, pero la realidad fue que desde el primer instante pareció que ya nos conocíamos todos de antes. De este voluntariado me llevo grandes amistades y es que es precioso pensar cómo las ganas de cambiar las cosas y de ayudar a los demás nos llegaron a unir todos en algo que no olvidaremos nunca, lo que no podría haber sido si no por Él.

En mi caso, iba sin expectativas, no sabía qué esperar de la experiencia ni de los residentes. Un momento que quedará grabado siempre en mi mente fue el primer día que llegamos al centro, cómo todos los residentes esperaban fuera, felices y emocionados por nuestra llegada. En ese momento supe que no necesitaba otra cosa más que estar allí. Una de las cosas que he repetido más a todos los que me preguntan por la experiencia es cómo inicialmente muchos quizás íbamos con la idea de ayudar a los demás, a dar algo de nosotros, solo para volver y darnos cuenta de que quizás de los residentes y voluntarios es de los que verdaderamente habías recibido algo valioso. Con esto quiero decir que, en muchos casos, los que verdaderamente hemos sido ayudados hemos sido nosotros, los que íbamos a ayudar.

La experiencia fue dura, pero me gusta decir que no dura en un sentido de desgaste y negativo si no una dureza buena, justo lo que necesitaba en ese momento. Al final no han dejado de ser experiencias a partir de las cuales hemos aprendido y crecido como personas. Si tocaba reír, se reía, si tocaba llorar, se lloraba, pero lo más importante es que no ibas a estar solo.

Si algo aprendes es que hay que vivir agradecido, sea cual sea tu condición. Gran parte de lo que más me impactó fue ver cómo los residentes tratan de hacer de sus días algo bueno, a pesar de contar con sus limitaciones. Especialmente me marcó la actitud de aceptación que presentaban todos. Saber cómo ninguno había elegido estar así y aun así aprendieron a vivir felices a su manera demuestra de nuevo la suerte que tenemos, aunque no sea algo que pensemos todos los días, ya que esto puede suceder a todos.

Con muchas ganas de volver, solo me queda decir gracias una infinidad de veces ya que no sé si nunca seré capaz de vivir algo igual de bonito.

Marcos Gallego (S.L. de El Escorial)


10 días compartiendo con los residentes del CAMF de Pozoblanco me han bastado para darme cuenta de muchas cosas. Todos tenemos una vida pero a cada uno de nosotros nos toca vivirla de una manera distinta, y a estas personas les ha tocado sufrir problemas de movilidad, algo que puede parecer perder la ilusión por la vida, sin embargo ellos me han demostrado todo lo contrario.

Por encima de todo, ellos son personas, y muchas veces tendemos a verles diferentes por el mero hecho de que necesitan sillas de ruedas o tienen dificultad para mover un brazo, una pierna o simplemente no les entendemos porque les cuesta formular algunas palabras. Me han enseñado que cuando te acercas a ellos, les empiezas a conocer y les dedicas tu tiempo, ellos siempre te lo van a agradecer porque les estás haciendo felices, además, ellos pueden darte lecciones de vida que son muy valiosas. Muchas veces nos perdemos a personas maravillosas que tenemos enfrente por miedo a no saber reaccionar en situaciones poco comunes, y estas personas son la prueba de ello.

Tienen un corazón enorme y una alegría que muchos envidiarían, están siempre dispuestos a ayudar a los demás simplemente por amor, algo que rebosa en ellos cuando te dedican esa sonrisa que nunca se les borra de la cara. A pesar de ser muy conscientes de su situación personal, son capaces de abrirse y mirar al exterior, desde la humildad y el respeto te enseñan que hay lugares en el mundo en condiciones peores que las suyas, o incluso la persona de al lado puede estar pasándolo peor que tú y ellos son capaces de darse cuenta y echar una mano en todo lo que puedan. Con esto te das cuenta de que es muy importante valorar lo que tenemos, por muy insignificante que sea, es algo que he aprendido, a ser consciente y dar gracias por ello.

Los residentes me han ayudado mucho a darme cuenta de estas cosas, pero también mencionar a los compañeros con los que he compartido esta experiencia, un grupo de 21 personas de las cuales he aprendido algo diferente de cada una de ellas. En especial a valorar todo lo que tengo y saber agradecerlo.

Con ellos, gracias a distintas actividades me han ayudado también a evolucionar muy significativamente en mi fe y es que tras esta experiencia somos personas nuevas, versiones mejoradas de nosotros mismos dispuestas a entregarnos a los demás.

Es una experiencia que considero que hay que vivir porque te transforma de verdad, te hace más feliz y te ayuda a intentar hacer más felices a los demás. Ahora que ya he terminado el voluntariado en el CAMF continúo entregándome a los demás en mi vida cotidiana, porque aunque en esos 10 días he aprendido mucho, quiero seguir aprendiendo y compartir esta experiencia con los demás para que también sean conscientes de la vida que se nos ha regalado.

Lucía López (S.L. de El Escorial)


Cuando decidí ir a Pozoblanco y hacer voluntariado, no sabía lo que iba a significar para mí, ha sido una gran experiencia la cual nos ha podido enseñar mucho, hay que decir que ellos nos han enseñado mucho más a nosotros de lo que nosotros les hemos enseñado a ellos. Han sido diez días los cuales yo les podría describir en muchas palabras, pero resumiéndolas en tres: felicidad, trabajo y enseñanza.

Aunque han sido días que se les tiene que llamar trabajo, al final del día nos dábamos cuenta de que no era trabajo, ya que lo hacíamos con todo nuestro amor y cariño hacia ellos. Todas las salidas que hemos hecho han sido increíbles, tanto las salidas a la piscina como a las terrazas o heladería. Además de las actividades que hemos hecho dentro del centro como las olimpiadas donde podíamos jugar todos, o los días del karaoke. Aunque para mí uno de los días más especiales fue el último donde hicimos cena todos juntos y hubo la verbena final, aunque fue un día triste ya que nos tocaba despedirnos, fue el día en el que nos dimos cuenta del gran trabajo que habíamos realizado, a la vez que fue muy bonito las palabras que nos dedicaron los residentes del centro agradeciéndonos que hubiésemos ido un año más. Ya que hacía cuatro años que no se hacía por temas de COVID, y les hizo mucha ilusión saber que el campo de trabajo se volvía a retomar. A la vez que uno de los días más especiales fue el día del picnic que fui al campo de golf y pudimos compartir la cena y hablar con los residentes ya que al ser uno de los primeros nos pudimos conocer todos un poco más y compartir un gran momento.

También hemos podido conocer a personas increíbles, también nos han enseñado todos los talleres que hacen y la gran paciencia que tienen para hacer cosas como lámparas de palillos o cuadros, los cuales tienen expuestos por el centro.

En mi opinión ha sido una gran experiencia la cual las personas que son comprometidas con los demás y les gusta ayudar deben vivir, a la vez de que sacrificar (entre comillas) 10 días en verano, que en mi opinión valen mucho la pena, no lo hace cualquiera y ahí se demuestra las grandes personas que podemos ser, también hemos sido educados en una casa de María en la que nos han enseñado desde muy pequeños el saber dar a los demás sin querer recibir nada a cambio aunque en esta experiencia, diría yo que sí que hemos recibido algo a parte de la experiencia, el propio grupo de voluntarios que hemos formado, ya que al principio la mayoría íbamos con un poco de miedo por si no íbamos a encajar bien unos con otros o si nos íbamos a llevar bien y en muy pocos días nos hemos podido demostrar que sí, aunque no nos conociésemos de nada la mayoría, nos hemos sabido apoyar en todo momento, ayudarnos y saber compartir, ya que al final hemos compartido tanto la experiencia como nuestras propias cosas. Al final de estos días nos hemos llevado grandes personas con nosotros.

Marina (Ponferrada)


Querida comunidad concepcionista:

Quería tomarme un momento para compartir contigo una experiencia que ha sido verdaderamente transformadora para mí: mi tiempo como voluntaria en el camf en Pozoblanco. Desde el primer día, supe que estaba a punto de embarcarme en un viaje que no solo impactaría a quienes ayudaba, sino que también cambiaría mi perspectiva sobre la vida y el día a día, yo me embarqué en esta aventura con mucho miedo al no saber a lo que me iba a enfrentar, pero con el paso de los días poco a poco fui viendo que realmente esto era mi vocación el ayudar a los demás por ello estoy estudiando para ser maestra de niños pequeños. Este viaje me ha hecho cambiar en muchos aspectos; me ha hecho ver la vida desde otra perspectiva y me ha hecho pensar en por qué me quejo tanto en el día a día si yo puedo hacer todo sin ningún obstáculo en cambio los residentes tenían la limitación de la silla pero ellos se les veía que eran realmente felices a pesar de todo . Esta experiencia me ha dado la enorme oportunidad de conocer a gente nueva ya sea las personas que estaban en mi grupo de voluntarios como los residentes, que ambos se quedarán en mi corazón por siempre. Esta experiencia se la recomiendo a futuras personas que estén interesadas porque te cambia la vida en muchos aspectos al ver la realidad de estas personas en su día a día.

Espero que esto te sirva de inspiración.